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Saber escuchar

La importancia de saber escuchar

Saber escuchar no es solo una actitud, es también una aptitud, una habilidad. Y de las más necesarias en cualquier ámbito de nuestra vida.

Recientemente, junto a varios antiguos compañeros, recordábamos a uno de los que todos coincidíamos en considerar mejores jefes que habíamos tenido en nuestra trayectoria profesional. Era un gran motivador, opinábamos todos. Pero no era de grandes discursos, ni de palabras grandilocuentes que buscasen emocionar al grupo. Con su manera de actuar nos enseñó que lo mejor para motivar a una persona es escucharla. Pero de verdad.

Como es bien sabido, oír y escuchar no es lo mismo. Oír es una capacidad fisiológica que, si no muestra defectos, nos permite predisponernos a la escucha. Tener una actitud de escucha es tener en cuenta al otro, poner atención para oír, querer comprender y centrarse en la otra persona.

No sólo se escucha con los oídos, se escucha con la mirada, con el cuerpo, con la respiración. Diferentes estudios realizados sobre la materia nos indican que se recibe la información de la siguiente forma:

  • 1% a través de la boca
  • 1,5% a través de las manos
  • 3,5% a través del olfato
  • 11% a través del oído
  • 83% a través del ojo

Como vemos, es todo nuestro cuerpo el que está escuchando e interviene en la comunicación.

Saber escuchar ayuda a la persona que nos habla a sentirse respetada, acogida. Mientras escuchamos estamos creando un espacio de interrelación, un puente emocional de conexión.

Una buena escucha ofrece la posibilidad a la persona que nos está hablando de comunicar y expresar sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos. Adoptar una actitud de escucha es apartar nuestros pensamientos y concentrarnos en las expresiones del otro. Toda la energía la ponemos en las necesidades de la otra persona, lo que la hace sentirse reconocida y estimada. Es lo que se denomina una caricia emocional.

 Obstáculos para la escucha activa

Hay diferentes factores que pueden provocar en nosotros la falta de atención necesaria:

  • Físicos y ambientales
    • Ruidos, temperatura, comodidad, luz, cansancio.
  • Área emocional
    • Sentimientos del que escucha, contagios emocionales.Escucha activa
  • Área cognitiva o mental
    • Creencias, omisiones, distorsiones, foco de pensamiento.

Además puede haber otro tipo de barreras que influyan en nuestra predisposición para escuchar activamente:

  • La ansiedad: tenemos el foco puesto en nosotros, en qué es lo que tenemos que mostrar, en cómo nos van a recibir y que será lo que contestará. Comienza un diálogo interno que es al que prestamos atención.
  • Los juicios: dirigimos nuestro pensamiento a patrones personales, normas, creencias, en lugar de estar atento a lo que el otro nos cuenta.
  • La prisa: no dejamos que el otro termine sus planteamientos, queremos que corra más o tarde menos.
  • La apatía: damos la razón con gestos e incluso con monosílabos sin prestar atención al mensaje.
  • Los consejos: es cuando decidimos solucionar la vida de los demás desde nuestro punto de vista, asumiendo que nuestra perspectiva de la realidad es la única.
  • La trivialidad: usamos generalizaciones, y tendemos a escapar de los temas comprometidos normalizando el mensaje.

Elementos fundamentales de la escucha activa

Algunas de las claves que favorecen la capacidad de realizar una escucha activa son:

  1. Cuidar el entorno físico: un entorno inadecuado puede interrumpir la escucha.
  2. Liberar nuestra mente: vaciar nuestros pensamientos de nuestras preocupaciones y de nuestros juicios. Adoptar una actitud de aceptación del otro.
  3. La atención: foco puesto en la persona y sus palabras, no en nosotros.
  4. El silencio: poderoso recurso que ofrece un espacio a la persona que habla para reconstruir su historia y al que escucha para interpretar y comprender el mensaje.
  5. La mirada: conectando con la mirada del otro. Mirar a los ojos establecerá un vínculo emocional con la persona aunque debemos ser cuidadosos en no invadir su espacio, evitando que pueda resultar agresiva.
  6. Observar más allá de las palabras: gestos, lenguaje no verbal, tono de voz, respiración.
  7. El rapport: se produce una especie de danza con la otra persona. Adoptar sutilmente sus posturas corporales y acompañarle en sus gestos ayuda a comprender su estado y proporciona al escuchado una acogida integral.
  8. La empatía: nos permite captar el mundo de referencia de la otra persona, participando de su experiencia como si fuese la nuestra propia y transmitiendo que ha sido comprendido. Para eso tenemos que evitar juicios y filtros mentales.
  9. Uso eficaz del lenguaje: empleo de técnicas como la reformulación, la normalización, la personalización, realizar preguntas poderosas que estimulen a la persona a buscar recursos nuevos.
  10. Confianza en la persona: considerar que todas las personas tenemos los recursos suficientes para afrontar nuestras vidas aunque, en algunos momentos, parezcan secuestrados.

 

Crédito de las fotos: pooch_eire / Pixabay – johnhain / Pixabay

Alberto Chouza

Gestión y captación del talento, desarrollo profesional, marca personal, inteligencia emocional, coaching, responsabilidad social corporativa o deporte son algunos de los ámbitos en los que me he ido especializando. Pero no, no soy un experto. Soy un aprendiz que se hace preguntas en un entorno que cambia muy rápido.