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Si quieres motivar

Si quieres motivar a alguien, haz el favor de callarte

El provocador título no es mío, pero me gusta y lo tomo prestado. Corresponde a un artículo publicado en Harvard Business Review en el año 2013, en el que se recogen las principales conclusiones de investigaciones realizadas sobre algunas prácticas motivacionales habituales. Y algunas no funcionan como pensamos.

Brandon Irwin, el principal investigador citado en el artículo, señala que el aliento constante no tiene el resultado esperado en el rendimiento. Las palabras continuadas de apoyo no inspiran a las personas a realizar un desempeño mejor durante el desarrollo de una tarea.

Para los investigadores fue una sorpresa descubrir que cuando un entrenador anima verbalmente (vamos, tu puedes, venga, dale,…) el rendimiento es significativamente menor que cuando un entrenador es atento, pero se mantiene callado.

Al leerlo, inevitablemente me vinieron a la mente, las imágenes de muchos entrenadores que desde la banda no paran de gritar a sus jugadores (incluso en categorías inferiores), muchos de los cuales (afortunadamente) no los oyen; ya sea por la lejanía, por el ruido o simplemente porque no quieren escucharlos.

Al parecer los entrenadores silenciosos obtienen mejores resultados que los que gritan continuamente porque los ánimos que éstos dan externalizan la atención y la energía de aquellos que están realizando sus tareas. Los gritos externos de aliento del entrenador minan el deseo interno de superación que tiene el jugador, de sobresalir, lo que limita sus capacidades.

La necesidad de autonomía

Estudios recientes han demostrado que una de las necesidades psicológicas que mejor activa nuestra motivación es la autonomía. Se trata de sentir que tenemos opciones, que aquello que hacemos depende de nuestra voluntad y somos el origen de nuestras acciones. Pensemos en cómo se ve afectada esta sensación de autonomía por un entrenador  que está diciendo continuamente lo que tenemos que hacer o no hacer, gritando los típicos venga, dale, tú puedes, vamos…

Sin embargo, en la investigación también descubrieron que tener un compañero mejor suponía una gran motivación, pero siempre y cuando éste no intentara motivarte. La fuente de motivación para alcanzar un mejor nivel y acercarse al de los mejores del equipo tiene que salir del interior de cada uno.

No todo el ánimo es malo

Pero los resultados no dicen que todo ánimo sea malo. Simplemente no parece ser tan bueno como liderar con un ejemplo tranquilo. El consejo sería que los entrenadores sean específicos, no solo para usar los nombres de las personas sino para abordar sus necesidades directamente.

Tener un objetivo compartido, sentirse parte de un equipo, saberse necesario, te hace trabajar más duro, especialmente si sientes que eres un eslabón débil del grupo. El enlace, la conexión con los demás te hace más fuerte. Precisamente esta sensación de unidad parece ser el vínculo mayor en la motivación en cualquier entorno de trabajo en equipo (deporte, empresa,…)

Reforzando esta idea, uno de los factores que parece estar especialmente relacionado con el rendimiento es la cohesión. Sentir que tus esfuerzos son importantes para el éxito de tu equipo es muy probable que sea parte fundamental de esa cohesión y, por tanto, alimente la fuerza interior de tu motivación.

 

Crédito de las fotos: pixabay / geralt / slon

Alberto Chouza

Gestión y captación del talento, desarrollo profesional, marca personal, inteligencia emocional, coaching, responsabilidad social corporativa o deporte son algunos de los ámbitos en los que me he ido especializando. Pero no, no soy un experto. Soy un aprendiz que se hace preguntas en un entorno que cambia muy rápido.