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Reunión liderazgo

Una breve reunión que me enseñó mucho sobre liderazgo

Detectar, reconocer y actuar. Así de simple. En eso consiste mi forma de gestionar el equipo. Si quiere desglosarlo en tareas pues ponga primero detectar, segundo reconocer y tercero actuar. Y, por cierto, precisamente esa es la clave del éxito: hacerlo en ese orden. Por mi parte poco más le puedo decir. Tras un breve silencio, se levantó de la silla y me ofreció cortesmente su mano para estrecharla, casi a la vez que me deseaba un buen día.

Algo aturdido, sintiéndome un poco incómodo con la situación que había vivido en el despacho que acababa de abandonar, quise dirigirme directamente a la calle pero recordé que había quedado de saludar al amigo que me había conseguido la entrevista con el Gerente.

Yo estaba recogiendo información sobre las conexiones entre los métodos de liderazgo utilizados en las empresas y el deporte. Él era una de las personas que me interesaba conocer porque en la zona se le reconocía como un excelente gestor de grupos. Y lo era en las dos facetas que compatibilizaba: la actividad profesional y la deportiva como entrenador.

Desarrollo individual e identificación con el equipo

Las personas que pasaban por sus equipos (tanto en el trabajo como en el deporte) solían recordar aquella etapa como una de las mejores de sus carreras, en las que crecieron más individualmente a la vez que se sintieron identificados con un grupo que tenía un objetivo común.

Así que, aunque no me apetecía mucho, pregunté en Recepción por mi amigo.

¿Qué le iba a contar? Pero no podía irme sin verlo ya que le había pedido el favor de concertar la “entrevista” con su jefe y se había molestado en gestionar la petición y convencerlo para que me recibiera.

Me abordó con una sonrisa que dejaba ver un mal disimulado gesto de ironía en su rostro. Estaba claro que conocía bien a su jefe. ¿Te ha dado tiempo a hacer alguna pregunta?, me dijo sin andarse con rodeos. Sí una, contesté. Espero que, al menos, haya sido una pregunta abierta, me replicó.

Era evidente que disfrutaba con la situación.

Más información de la que pensaba

¿Y cuál fue esa pregunta? Pues después de agradecerle que me recibiera, le pregunté simplemente ¿cómo gestiona a las personas que forman su equipo?

Le dije lo que me había contestado. Y, a medida, que le estaba relatando palabra por palabra (no eran tantas) su respuesta, empecé a darme cuenta de que el mensaje que acababa de recibir era más potente de lo que inicialmente pensaba.

Impactado por la brevedad del encuentro y por el inesperado final que le había dado mi interlocutor, estaba dejando pasar las claves que me había transmitido en su escueta respuesta.

Y todo ello lo había hecho en un ambiente de absoluta cordialidad, exquisita educación y, aunque ni le había prestado atención, calidez en las formas. Hay cosas que se perciben al estrechar la mano de alguien y él lo hizo sin impostura.

En su mensaje hablaba de método, orden y claridad. Y también de análisis, diagnóstico, plan de acción, humildad para reconocer errores e inquietud por mejorar. Pero, sobre todo, recuerdo su convicción.

Mi amigo, consciente de lo descolocado que estaba, me invitó a tomar un café en una de las cafeterías próximas a sus oficinas.

Esperó a que yo le diese el primer sorbo al café y, a continuación, me dijo ¿cómo lo vas viendo?, ¿te ha aportado algo para tu estudio? Sonreí antes de contestar. Efectivamente, debía de estar recuperándome porque la ironía volvía a acompañarme. Sí, sí, le contesté.  Y por ese orden, añadí.

 

Crédito de las fotos: Pixabay / TeroVesalainen / Saulhm

Alberto Chouza

Gestión y captación del talento, desarrollo profesional, marca personal, inteligencia emocional, coaching, responsabilidad social corporativa o deporte son algunos de los ámbitos en los que me he ido especializando. Pero no, no soy un experto. Soy un aprendiz que se hace preguntas en un entorno que cambia muy rápido.