“Hoy no tengo tiempo para almorzar, tráigame directamente la cuenta”, dijo Groucho Marx dirigiéndose al camarero que se había acercado a atenderle.
Esta frase del genial Groucho encaja muy bien con un perfil de profesionales que se desenvuelven en un mundo lleno de prisas, agobios y urgencias en el que, según ellos, su presencia es requerida continuamente y, si algún día nos faltase, todo se iría al garete. Al menos eso piensan ellos. Y como nos convertimos en lo que pensamos, se han transformado en una especie de pollos sin cabeza que se mueven continuamente de un lado hacia otro. Con rapidez, eso sí, pero sin orientación. Tienen reloj y lo miran continuamente. Pero les falta brújula. Leer más