La realidad la interpretamos de forma automática y casi inconsciente. En muchas ocasiones durante este proceso caemos en nuestras propias trampas, interpretando las cosas de forma errónea y sesgada. Para ello utilizamos las distorsiones cognitivas que, entre otros efectos, repercuten en nuestra autoestima y en nuestro estado emocional.
No son los hechos los que nos alteran, sino la interpretación que les damos, defendía Albert Ellis, prestigioso psicoterapeuta que, junto a su colega Aaron Beck, desarrolló la terapia cognitiva. Durante su práctica clínica observaron que ciertos tipos de pensamientos distorsionados se repetían con frecuencia en sus pacientes, y establecieron una clasificación de las distorsiones cognitivas más habituales.