Pocos días antes del verano del año 2008 estaba con unos compañeros en una cafetería próxima al lugar de trabajo. Mientras tomábamos el café y charlábamos sobre los primeros síntomas de la nueva crisis que por aquel entonces empezaba a asomar, se nos acercó el camarero y también propietario del local. Esto va para largo, nos dijo. Olvidaros de que sea algo pasajero, durará muchos años. Una generación entera, recalcó por si no había quedado claro lo de que iba para largo. Su mensaje, poco alentador sin duda, lo acompañó de un discurso bastante sólido aunque en aquel momento esperásemos que fuese equivocado.