No hay especie más miedosa que la humana. Como dice José Antonio Marina en su libro “Anatomía del miedo”, vivimos entre el recuerdo y la imaginación, entre fantasmas del pasado y fantasmas del futuro, reavivando peligros viejos e inventando amenazas nuevas, confundiendo realidad e irrealidad. Es decir, hechos un lío. Para colmo de males, no nos basta con sentir temor, sino que reflexionamos sobre el temor sentido, con lo que acabamos teniendo miedo al miedo.
Es una de las emociones más poderosas y, aunque es individual, es altamente contagiosa por lo que se acaba trasladando a las relaciones sociales. En mayor o menor medida, está presente en todos los ámbitos y organizaciones.