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El entrenador y el talento dormido

El entrenador y el talento dormido

“Repitan conmigo, somos jugadores de primera división y no podemos bajar a segunda”. Se dice que éstas fueron las primeras palabras que Helenio Herrera dirigió a los jugadores del Deportivo de La Coruña al hacerse cargo del equipo en la temporada 1952-53. La situación en aquel momento era muy delicada ya que el equipo, aunque en primera, estaba disputando la liguilla de descenso a segunda. Se habían jugado ya varias jornadas y ocupaba las últimas posiciones. Al final de la primera vuelta era colista. “No pasa nada, la liguilla está ganada”, declaró H. Herrera entonces. Semanas después el Deportivo se salvó en un último encuentro dramático en Vigo contra el Celta en el que solo uno de los dos podía conseguir la permanencia en la categoría.

Tal vez haya sido el primer entrenador de fútbol en utilizar con eficacia la preparación psicológica. Control de pensamiento, auto habla, visualización positiva, etc., eran aspectos presentes en su método de trabajo. Hasta entonces pocos se habían preocupado de motivar tanto a sus jugadores. Para ello empleaba múltiples recursos que, en algunos casos, le generaron no pocas polémicas con el entorno que rodea al fútbol. También fue un pionero, en los años 50, en llenar los vestuarios de frases y consignas motivadoras. Además de sus indudables conocimientos tácticos y técnicos había entendido que, en muchas ocasiones, lo que marca la diferencia es saber tocar la tecla de los factores emocionales, tanto a nivel individual como de equipo. “Tenía su propia estrategia: si el rival era bueno y le temía, lo desmitificaba; si no era tan bueno, nos decía que era la bomba y que era difícil batirlo», recuerda el mítico Sandro Mazzola, jugador del Inter de Milán.

El impacto en los resultados

Creo que en muchas situaciones en las que los resultados no acompañan, y me refiero no solo al deporte sino también a organizaciones de otros ámbitos, lo que existe es una situación en la que el talento, sea individual o grupal, está dormido. Entendiéndolo como aquellas capacidades individuales o colectivas que no son suficientemente explotadas en un determinado entorno, aunque existan potencialmente, y constituyen un valor fundamental para la organización.

Una reciente encuesta realizada por Gallup sirve de base para un estudio a nivel mundial en el que se pone de manifiesto que el 20% de empleados no está comprometido con su trabajo y un 50% no pone el suficiente entusiasmo. Por tanto, solo existe un 30% de trabajadores que está realmente comprometido con su labor.

¿Cuáles son las causas por las que el 70% permanece aletargado y no se le saca partido?. Entre otras:
• la frustración por ocupar posiciones que considera inadecuadas
• aspectos salariales
• desconocimiento de lo que se le pide y se espera de él
• el temor ante lo que puede ocurrir ante una mala ejecución
• el miedo a dar una respuesta inadecuada a la exigencia que se presupone de ellos

La importancia de la comunicación para motivar

Además de todo lo anterior, otro factor que fomenta directamente la existencia de talento dormido es la deficiente comunicación entre empleados y superiores o, si queremos, entre jugadores y entrenadores. Especialmente cuando existe una falta de transparencia, una comunicación ausente o contradictoria por alguna de las dos partes. Es fundamental que la comunicación esté presente en la cultura de la organización, en el equipo y se promueva cada día. Que no sea una moda pasajera o simplemente se produzca un efecto gaseosa después de algún estudio externo que recomiende actuar en la materia. Muy bien al principio para, poco a poco, volver a la situación anterior. O peor, ya que se habrán defraudado expectativas de mejora.

«La verdad es que Herrera nos ayudaba mucho en lo psicológico. Era una constante. Lo hacía siempre, no solamente la víspera de los partidos más importantes», recordaba recientemente el gran futbolista coruñés Luis Suárez al que entrenó en el Inter de Milán. Así no hay talento que se duerma.

 

Crédito de la foto: Brent Flanders / photo on flickr

Alberto Chouza

Gestión y captación del talento, desarrollo profesional, marca personal, inteligencia emocional, coaching, responsabilidad social corporativa o deporte son algunos de los ámbitos en los que me he ido especializando. Pero no, no soy un experto. Soy un aprendiz que se hace preguntas en un entorno que cambia muy rápido.